La verdad es que la muerte no se lleva el sol.
Pensaste que el sol no iba a salir,
debe ser algún tipo de inmenso amor.
Y desperté creyendo que vendrías,
que la habitación de tus sueños donde todo volaba no era una premonición.
El ave que vino a mirarme y a hablarme de tí,
se quedó hasta el atardecer ,
y los rayos de sol alumbraron tu lecho y sus plumas.
El aire pasaba haciendo levitar las ramas de los árboles.
Ver el mundo por primera vez con los ojos de un perdido,
mirando las calles y los árboles por donde solíamos pasar, y la gente;
parecen de cartón me decías.
Y desperté sin entender porqué las ruedas de los autos giraban,
sin tí.
Y el sol,
que ofensa, quiero llenarlo de piedras.
S.